El Análisis Transaccional es una teoría de la personalidad, y un procedimiento psicoterapéutico tanto individual, como grupal, cuyos orígenes fueron psicoanalíticos. Actualmente se incluyen dentro de las terapias humanistas. Fue propuesta por el Dr. Eric Berne, entre los años 50 y 60. Berne, era médico psiquiatra, un gran intelectual vanguardista. Supo enlazar las doctrinas de diferentes corrientes, como las psicoanalíticas, cognitivo-conductual, humanistas, etc. Sus obras fueron verdaderos best sellers. A pesar de la profundidad de dicha teoría, Berne las escribió con sencillez, para que pudiera llegar a todo el mundo.
Esta técnica terapéutica sigue vigente en la actualidad. No solo se aplica en psicoterapia, también es útil en numerosos contextos, como en la educación, en el crecimiento personal, en la empresa, etc.
En un principio, dicha teoría creada por Berne, estaba claramente influida por el psicoanálisis, pero Berne, al ver que el psicoanálisis estaba centrado exclusivamente en el pasado y en el inconsciente, dejando a un lado “el aquí y el ahora”, desatendiendo aspectos importantes para la terapia como la manifestación en lo consciente, sin olvidarse, por supuesto, de lo inconsciente. El análisis transaccional es de naturaleza multifacética, se describe mejor como un enfoque integrativo, convirtiéndose en un modelo o teoría.
Las transacciones psicológicas se examinan mediante los estados del ego, diferente a como lo planteo Freud. Berne lo denomino estados del yo: PADRE, ADULTO Y NIÑO.
PADRE (P) : Patrones aprendidos desde la infancia, de las figuras de la autoridad, padres, colegio, etc.
ADULTO (A): Es nuestro estado mas racional, el mas realista, el mas objetivo. Se apoya en datos reales, observables.
NIÑO (N): Es el estado impulsivo, espontaneo. Nuestro estado mas emocional, visceral. Es el que compartimos con el animal.
El análisis transaccional nos ayuda a entender la relación con los demás y con nosotros mismos. Se centra en:
- Las relaciones, tanto con uno mismo como con los demás
- Explora las diferentes formas de interacción, tanto entre individuos, parejas, familias, etc.
- Aclarar las creencia irracionales, conductas impulsivas…
- Terapia individual y grupal, interviene con datos objetivos de conducta y personalidad.
PATOLOGIA ESTRUCTURAL DE LOS ESTADOS DEL YO
La patología estructural aparece cuando de una manera intensa, duradera o frecuente los contenidos propios de un estado son invadidos por los de otro (Contaminaciones) o los de un estado que bloquean a los de otros (exclusiones).
CONTAMINACIONES
A veces surgen anomalías en la estructura de la personalidad. Las más comunes son la exclusión y la contaminación.
La contaminación es la intromisión de un estado de la personalidad en otro, utilizando una zona común a ambos. Esto confiere a determinadas conductas, juicios, gestos y decisiones. Existe contaminación cuando el A admite, como verdaderos, juicios infundados del P; son los llamados prejuicios.
El mecanismo de contaminación entre el P y el A, se inicia en la infancia, a través de mensajes cerrados, verbales o no. Por ejemplo: “Es de mala educación usar la mano izquierda. ¡debes usar la mano derecha!”.
Un caso claro de contaminación del A, por el P, son los refranes. Son un fragmento de la realidad que arroja unos datos con una cierta lógica interna. Por ejemplo el refrán “Dime con quién vas y te diré quién eres”.
La contaminación del A, por el P, obedece a razones de seguridad. Puede ser mucho más seguro tener unas pautas de comportamiento marcadas, que asumir la responsabilidad de comprobar en cada momento la realidad y tomar decisiones en función de esa comprobación. Es mas seguro y menos libre.
El camino para descontaminar el A, del P, según el A.T, no es el del razonamiento del A, sobre la realidad que trata el prejuicio. Esta es la vía que propugna el psicoanálisis. Este intento de descontaminación puede causarle inseguridad y desfondamiento de la personalidad, con grave riesgo de dar al traste con la terapia. La única forma de eliminar un prejuicio es comprobar que ha dejado de ser amenazante para el individuo el hecho de estar en desacuerdo con sus figuras parentales y, después poner al día al P, con los datos que aquí y ahora, proceden de la realidad.
Otra clase de contaminación se da cuando el A admite como verdaderas las distorsiones de la realidad procedentes del N, racionalizándolas. Ejemplos de esta clase de contaminación son las ilusiones y, en forma más grave, las alucinaciones.
Por ejemplo, la creencia en “El Príncipe azul”. Es normal esta fantasía en la infancia y nace de la mezcla de las necesidades afectivas y de las imágenes positivas y magnificadas de personas del sexo opuesto, en especial del padre. Esta ilusión objetivada le confirmará la decisión que tome:
1º No casarse porque no ha encontrado su “príncipe azul”
2º Casarse y no desengañarse porque ha encontrado su “príncipe azul”
3º Casarse y desengañarse de que aquél que ha encontrado no “era su príncipe azul”, sino un sapo y debe seguir buscándole hasta que lo encuentre.
Un hombre de carne y hueso y que lo que soñaba era una ilusión.
En este último caso habrá logrado nuestra princesa descontaminar su A y ser una verdadera mujer. Ejemplos de contaminación del A, por el N, son también los complejos de inferioridad y superioridad, la superstición y otros comportamientos provocados por una situación de miedo.
El procedimiento para descontaminar el A, como en el supuesto de la contaminación del A, por el P, consiste en comprobar, primero, que la causa del miedo, rechazo o abandono ya no existe fuera de uno mismo y en recoger, posteriormente, la información que la realidad ofrece aquí y ahora.
La tercera clase de contaminación es doble: el A, está contaminado entonces por las distorsiones de la realidad del N y por los prejuicios del P. Ejemplo: un jefe de departamento que le han asignado a su equipo a tres mujeres. Por una parte existe el prejuicio del bajo rendimiento femenino, debido al absentismo más o menos periódico de las mujeres, a sus altibajos emocionales, que repercuten en el trabajo, y a su inclinación por la charla (contaminación del A, por el P). Por otra parte, se siente disgustado por la mala suerte que ha tenido, pues le han tocado en suerte no una sino tres mujeres, y no puede superar el desánimo que esto le causa; se produce ahora la contaminación del A, por el N.
EXCLUSIONES
Se da patología de la exclusión, cuando existen límites rígidos en uno de los estados del Yo, lo que impide la libre circulación de la energía psíquica, que queda así concentrada en este estado del Yo.
El P excluyente se ha ido conformando desde pequeño. Ha ido recibiendo unos mensajes tan fuertes procedentes de figuras parentales serias, cumplidoras y exigentes, que llegó a tomar la decisión, de que para tener éxito en la vida (primero, ser querido por sus padres y, después, ser considerado por la sociedad) debía descontar las exigencias del N . Podía ser acariciado cuando no fallaba, salía el primero, sacaba un diez y hacia lo que se le ordenaba a la perfección. El éxito, para él, estriba en la identificación total con su P, bloqueando de este modo el pensar por su cuenta y los impulsos infantiles. Ejemplo ilustrativo del caso es el fanático religioso, cuyas ideas y juicios proceden de su estado P y excluyen la reflexión crítica y la espontaneidad como algo inmoral.
El A excluyente es el investigador que vive para su ciencia. Se olvida de su familia, de sus cumpleaños, no se divierte, ni sabe hacerlo. Para él es todo perder el tiempo.
El N excluyente ha tenido una infancia difícil; sus figuras paternales han sido o brutales, o en exceso condescendientes. No le sirvieron de ayuda; tuvo que rechazarlas y crear su propio mundo. Tuvo que aprender a defenderse y a luchar.
En casos extremos, un N excluyente carece del sentimiento de culpabilidad, de remordimiento. Su P no le reprocha nada; es un psicópata en potencia. Y, en tono menor, el artista, amante de vivir por libre, independiente de pautas y ataduras.
Pueden tener lugar las siguientes situaciones:
Padre constante: Se da cuanto se produce una exclusión del A y del N. Este, tiene gran dificultad para dejar de sermonear y de criticar y emite RR de protección ante cualquier circunstancia externa. Ejemplo: fanáticos religiosos o políticos.
Adulto Constante: Se manifiesta cuando se produce una exclusión del P y del N. Tiene gran dificultad para dejar de responder siempre en forma fría o racional. Ejemplos: algunos ingenieros, matemáticos, y filósofos.
Niño Constante: Aparecen al ocurrir la exclusión del P y del A. Tiene grandes dificultades para dejar de retraerse, divertirse, depender, etc. Ejemplos personalidades psicóticas.
Padre y Adulto Constantes: Se muestran en las personas que excluyen al N. Tienen gran dificultad para divertirse, mostrar emociones, sentirlas, etc. Normalmente se ocupan de cuidar o controlar a los demás, o de su trabajo exclusivamente.
MANIFESTACIONES DE LA PERSONALIDAD
Las Conductas por cuyo medio podemos llegar a conocer el funcionamiento de la personalidad pueden clasificarse en tres grandes grupos: verbales (palabras, tono de voz), motrices (expresión facial, gestos de los miembros, postura corporal), y cognitivas y orécticas ( Actitudes generales del sujeto).
Estas manifestaciones de la conducta pueden solaparse entre sí en una misma persona, lo que conlleva que sea posible detectar funcionamientos simultáneos de varios estados del Yo.
PSICOPATOLOGIA FUNCIONAL
Un buen funcionamiento de la personalidad (salud emocional), exige que el individuo sea capaz de conectar el estado del yo que haya elegido, por considerarlo el más conveniente a la situación dada, con los otros estados del yo. Ni los prejuicios del P, ni los temores del N, confundirán los datos del A. La energía debe fluir con “normalidad” entre los estados funcionales de la personalidad.
Este fluir de energía entre los estados del yo puede verse interrumpido, ser poco consistente o tener interferencias. Son formas patológicas de funcionamiento que podemos clasificar en disociaciones, inexistencia de límites y lesiones en los límites.
DISOCIACIONES
La disociación o bloqueo equivale a una ruptura de la comunicación interna entre los estados del yo. Cada uno de ellos no tiene conciencia de los otros y puede expresarse al mismo tiempo y de modo distinto. Si el A no registró lo que el padre hizo, puede llegar a decir: “Imposible, yo no pude hacer esto…”.
INEXISTENCIA DE LIMITES
Trátese de individuos que pasan, sin ningún tipo de control y de manera rápida, de un estado del yo a otro. Es muy difícil llegar a conocer el estado del yo que funciona de manera real en un individuo.
Marisol Llavero